¿Motores de innovación?
Septiembre 18, 2007

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Columna publicada en el Diario La Tercera, 18 septiembre 2007, sobre el papel de las universidades en la innovación.
Ver texto más abajo.
Recursos asociados
¿VISIONES ESCÉPTICAS?,Dr. Daniel Wolff F., Director Académico de Investigación de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile
Innovación: hacia una nueva geografía de las ideas innovativas. El caso del Asia: China, India y la República de Corea, 15 agosto 2007
Innovación: Requerimientos de capital humano, 24 julio 2007
Innovación para la Competitividad, 12 marzo 2007. Se ponen aquí a disposición los dos Informes publicados en Chile sobre Innovación para la Competitividad; el más reciente, de 2007, y el anterior, del año 2006.
Hacia una estrategia de desarrollo basada en capacidades tecnológicas, 11 agosto 2002. Artículo publicado en el libro Construir el Futuro. Aproximaciones a Proyectos de País; Vol. 1, editado por Tomás Moulian. Editorial LOM, Santiago de Chile, diciembre 2002


¿Motores de innovación?
Un reportaje de La Tercera (10.09) destaca la reducida participación de las universidades chilenas en la generación de conocimiento con potencial valor comercial (patentes). No existe en el país –sus universidades y empresas– una tradición de innovación. La investigación académica se orienta hacia algunas áreas de las ciencias básicas y el sector productivo transfiere y adapta tecnologías. Entre medio hay una brecha.
Múltiples factores inciden en esta separación. Por un lado, factores propios de empresas que históricamente se han concentrado en la explotación de recursos naturales, con grave descuido de los recursos humanos, su educación, capacitación y justa retribución. Por el otro, factores inherentes a la universidad, que habitualmente ha concebido su misión como la de una agencia de certificación profesional y servicio público, alejada “del giro lascivo y lento de las grúas,/ del tumulto disciplinado de las fábricas,/ y del casi silencio susurrante de las correas de transmisión”, según versos de Pessoa. Al medio, en un terreno de nadie, quedan abandonadas las técnicas, el saber hacer, la solución de problemas prácticos y, en general, los aspectos propiamente innovadores del conocimiento. Todo esto deja a Chile en desventaja al momento de ingresar a una economía global que obliga a los países, sus empresas y universidades a competir, precisamente, en el terreno donde el conocimiento se transforma en innovación al entrar en contacto con el mercado. Así, durante los años 2000 a 2006, Chile registró en promedio 15 patentes anuales en la U.S. Patent and Trademark Office (USPTO), menos que Venezuela (23), Argentina (54), México (96) y Brasil (134). Aún más distantes estamos de otros países pequeños como Nueva Zelanda (163), Singapur (395), Dinamarca (541), Finlandia (847), Australia (1.085) y Taiwán (6.697).
¿Por qué ha costado tanto a nuestras principales universidades convertirse en instituciones emprendedoras en el campo de la innovación? Sin duda, tiene que ver con los escasos recursos disponibles para producir y aplicar conocimiento y con otros rasgos tradicionales de las organizaciones académicas en Chile. Pero, además, hemos establecido una separación tajante entre el ‘honor’ académico y los intereses materiales de la sociedad; entre el servicio público y el beneficio privado. La universidad prefiere para sí la imagen del hogar de la inteligencia antes que el de una empresa de conocimiento; busca identificarse más con las fuerzas del espíritu que con las fuerzas productivas. Su modelo es la república de las letras y la ciencia; no la de una organización volcada a innovar y comprometida con los procesos schumpeterianos de destrucción creadora. Fatalmente esto la conduce a un status quo cultural, donde las rutinas evitan los riesgos y las ideas, por sí decir, no se ensucian las manos.
En estas condiciones es difícil impulsar la investigación aplicada, aliarse con empresas y navegar en las corrientes de la innovación. Mientras no cambie pues esta cultura cautelosa y cómoda, seguirá fallando uno de los principales motores de descubrimiento e invención.
José Joaquín Brunner

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