2012: un año más de mitos y realidades
Diciembre 30, 2012

Columna publicada hoy 30 de diciembre de 2012 en El Mercurio, página de educación.

2012: un año más de mitos y realidades

José Joaquín Brunner, El Mercurio, 30 diciembre de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/12/30/educacion/_portada/noticias/06547841-e768-4b34-9bcc-640ca5e86a83.htm

Cada año al concluir deja tras de sí una huella de pequeños, medianos y grandes mitos utilizados durante los doce meses anteriores para explicar diversos fenómenos. Estos mitos son narraciones maravillosas, historias ficticias que interpretan dichos fenómenos atribuyéndoles cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen. Suelen inventar protagonistas y héroes inexistentes e invocar fuerzas misteriosas para explicar sucesos extraordinarios.
Probablemente el mito capital del campo educativo del año 2012, ahora que el país muestra resultados positivos en exámenes como PISA, TIMSS y Simce, consiste en la declaración gubernamental que atribuye a su propio esfuerzo y gestión el mejor rendimiento de nuestros estudiantes.
Es un mito porque no hay evidencia, en ninguna parte del mundo, de que medidas educacionales adoptadas un determinado año causen masivos cambios de resultados al año siguiente o dos años después. Ni ha adoptado el presente gobierno medida original alguna que pudiera estimarse causará en el futuro mejoras decisivas.
Estas últimas, en caso de estar ocurriendo (como creo yo), serían consecuencia de la acumulación de efectos nacidos de políticas e intervenciones adoptadas durante un período extenso de tiempo, tales como los niveles más altos de escolarización de los padres cuyas hijas e hijos rinden estas pruebas; una progresiva cobertura en jardines infantiles; la jornada escolar completa; el persistente aumento del gasto por estudiante y la subvención escolar preferencial; el mejor desempeño de profesores en la sala de clases en virtud de mayores exigencias, evaluaciones, incentivos y reconocimientos; el desempeño superior de los directores de colegios municipales elegidos según criterios profesionales y las redes de apoyo para colegios vulnerables que se han ido tejiendo en virtud de la colaboración público-privada.
Diversos otros mitos del año que finaliza pueden resumirse mediante los enunciados que los hacen circular en la esfera de la opinión masiva y los medios de comunicación. He aquí una selección: los temas educacionales han adquirido prioridad gracias al movimiento estudiantil que los puso en la agenda; sólo reforzando la educación pública (municipal) podrá progresar el país (¿acaso no debería mejorar toda ella?); Chile, igual que las demás naciones del mundo, necesita formar más técnicos que profesionales; los rankings de universidades reflejan de manera objetiva la calidad académica de las instituciones y no su prestigio previo, su grado de selectividad y el nivel de subsidio estatal con que cuentan; la crisis del sistema de acreditación se debe al desenfrenado apetito de lucro; el gobierno está vivamente interesado en contar pronto con una ley de desmunicipalización de la administración escolar; bastaría con inyectar dos o tres puntos porcentuales del PIB al presupuesto de educación para desencadenar (¡por fin!) una gran reforma escolar.
En cambio, hay mitos de larga duración que renacen y se repiten cada año, como: que toda educación pasada fue mejor; que la calidad de la educación nada tiene que ver con la inversión de mayores recursos, sino sólo con su mejor gestión; que el uso de las nuevas tecnologías digitales transformará de raíz las prácticas de aprendizaje en el aula; que la profesión docente podría mejorar drásticamente su desempeño si abandonara las regulaciones propias de su estatuto público para sumergirse en el libre ejercicio dentro del mercado; que el mercado -por su naturaleza competitiva- es el mejor aliciente para una educación de calidad o, al contrario, que sólo el Estado puede ser un buen docente de la nación y asegurar iguales oportunidades, integración escolar y cohesión social.
En fin, vivimos envueltos por mitos. Ellos pugnan por captar nuestra atención y emociones, al mismo tiempo que buscan favorecer los proyectos, intereses y visiones de los diversos actores que luchan por imponerlos en el campo educacional.
Los mitos son una clase de armas empleadas para vencer o defenderse en las batallas ideológicas. El riesgo es que podríamos terminar, cosa que nos suele ocurrir, enamorados de nuestros propios mitos, creyendo que, de verdad, ellos explican los fenómenos y captan su realidad. Desde ese momento entraríamos al mundo de la política-ficción, el más peligroso de todos.
Vivimos envueltos por mitos. Ellos pugnan por captar nuestra atención y emociones, al mismo tiempo que buscan favorecer los proyectos, intereses y visiones de los diversos actores que luchan por imponerlos en el campo educacional”.

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