Frustrado cambio de ley de educación en España
Febrero 20, 2019
Captura de pantalla 2016-10-09 a las 4.19.07 p.m.ISABEL CELAÁ / MINISTRA DE EDUCACIÓN

“El mundo no se acaba, impulsaremos esta ley educativa desde donde estemos”

Celaá lleva hoy in extremis al Consejo de Ministros el proyecto de la nueva ley orgánica de Educación, el mismo día que Pedro Sánchez anunciará la fecha de las elecciones

La ministra de Educación, Isabel Celaá, en un salón del ministerio. SAMUEL SÁNCHEZ

El pasado junio, cuando Isabel Celaá (Bilbao, 1949) tomó posesión de su cargo como ministra de Educación confiaba en que contaría con la mayoría parlamentaria necesaria para sacar adelante una nueva ley. Ocho meses después, esa mayoría parlamentaria ha forzado a su Gobierno a un adelanto electoral y ha abocado a Celaá a llevar hoy in extremis al Consejo de Ministros el proyecto de la nueva ley orgánica de Educación, el mismo día que el presidente Pedro Sánchez anunciará la fecha de las elecciones. “El esfuerzo no ha sido en vano”, asegura la ministra, que defiende que su departamento ha sido capaz de armar una nueva normativa en “tiempo récord” que, además, cuenta con el consenso de la comunidad educativa —han analizado más de 43.000 correos electrónicos de ciudadanos y un centenar de asociaciones educativas con propuestas sobre la nueva ley—.

Además, la oposición política a la Lomce llevó en 2013 a los grupos parlamentarios —a excepción de UPyD y los dos diputados de UPN y Foro Asturiano— a acordar por escrito el compromiso de derogar la Lomce en la siguiente legislatura.

Pregunta. Con la tesitura actual, está claro que esta ley tendrá que aprobarse en una nueva legislatura. El PP, con mayoría absoluta, tardó dos años en aprobar la Lomce. ¿Siente frustración después de tanto esfuerzo?

Respuesta. El trabajo no ha sido en vano. Sea cual sea el derrotero que socialmente tome el país, este proyecto de ley acabará tramitándose. A diferencia de lo que algunos afirman, nuestro sistema educativo tiene una gran estabilidad. Desde 1990, apenas ha experimentado cambios en estructuras, etapas o en el sistema de conciertos. Con la excepción de la Lomce de 2013; Ignacio Wert (exministro de Educación con el PP) interrumpió ese equilibrio y su normativa agravó el índice de abandono escolar temprano. Implantó los itinerarios para los alumnos de la ESO, lo que supuso dividir a los alumnos en función de sus resultados académicos a los 13 o los 14 años, una discriminación a una edad temprana en la que todavía no saben a qué se quieren dedicar. Para los repetidores sin visos de aprobar, crearon el programa de Formación Profesional Básica, que directamente los situaba en tierra de nadie. Buena parte de esa formación se convertía en abandono escolar. Nosotros hemos cambiado todo eso y este país necesita nuestra ley.

P. El PP defiende el modelo de los itinerarios que, en países como Alemania, lleva asociado una tasa de paro juvenil por debajo del 7% (frente al 36% de España). Conducir a todos los alumnos a la Universidad, ¿es una buena solución?

R. Muchos länder alemanes están evitando ese modelo, el de separar a los estudiantes a los 11 años. Todas las directrices internacionales, como es el caso de la OCDE o la Unesco, señalan que no se les separe hasta que son más mayores. La separación temprana no permite al alumno salir de sus condiciones de origen. Con 15 años, ya han tenido tiempo en la escuela para superar esas limitaciones.

“Las autonomías han enriquecido el texto de la ley, salvo las cinco del PP”

P. El pacto educativo en este país, ¿se da por imposible?

R. Más allá del PP y Ciudadanos, que como se ha visto están con la preocupación de sacar al Gobierno de la Moncloa, hay un apoyo muy importante del resto de partidos de la oposición. Hemos contado con el respaldo del Consejo Escolar del Estado y las autonomías han hecho aportaciones y enriquecido el texto de la ley, salvo las cinco gobernadas por el PP. El pacto educativo se tiene que dar en la financiación, llegar progresivamente al 5% del PIB. Eso debe estar exento de turbulencias, tanto económicas como políticas.

P. ¿Tienen pensado crear una comisión para analizar qué aspectos de la ley se podrían rescatar y aprobar por real decreto?

R. Esta ley no es un sumatorio, configura un sistema. El mundo no se acaba, y nosotros (PSOE) seguiremos impulsado desde donde estemos este proyecto, que tiene el respaldo suficiente para salir adelante. La vida sigue y, una vez conocido el texto, será la comunidad educativa la que empuje el proyecto porque lo quiere.

P. La ley Celaá ha sido criticada por permitir a las comunidades, como Cataluña, escoger las horas lectivas que se imparten en catalán y en castellano.

R. El proyecto de ley, que la próxima semana estará en el Congreso para su tramitación, respeta el artículo 3 de la Constitución, que dice que el castellano es lengua oficial del Estado, pero las lenguas cooficiales lo son en sus respectivas comunidades. Las derechas tienen mucho interés en utilizar las lenguas desde la perspectiva política y electoral. Parece que no se reconoce la diversidad lingüística, pero luego Aznar cuando tuvo que pactar hablaba catalán en la intimidad. No enfrentemos a los ciudadanos por las lenguas.

“El pacto educativo se tiene que dar en la financiación: llegar al 5% del PIB”

P. Entre las novedades de su proyecto de ley, figura el desarrollo de una normativa para la etapa de cero a tres años. El problema es que no hay dinero.

R. En España, la esolarización de tres a seis años supera el 97%; lo mismo tenemos que conseguir en el cero a tres. Hay que elaborar un marco regulatorio con los requisitos mínimos de titulación de los maestros o de las infraestructuras. Las comunidades no podrán tener en un piso nido a cuatro bebés a cargo de un solo cuidador. Hay que darle una impronta a la educación infantil. Eso consume recursos y por eso la ley se tiene que implantar de forma progresiva. La universalización del cero a tres es posible, pero no se puede hacer por arte de magia.

P. La ONU concluyó en 2018 que España separa a los alumnos con discapacidad en escuelas especiales. Su proyecto pretende que en 10 años se incorporen los que lo deseen a las aulas ordinarias.

R. En 1985 se fijó la tarea de incorporar a esos alumnos en centros ordinarios para que tuviesen más contacto con otros estudiantes. Hace 15 años el proceso empezó a ralentizarse, hasta el punto de que solo se han incorporado a las aulas un 3% de esos niños. Nuestra intención no es que se cierren los centros de educación especial, que son un referente para aconsejar al resto de los colegios. Obviamente, habrá que hacer un esfuerzo presupuestario para dotar a los centros de los recursos necesarios.

P. Uno de los grandes problemas del país es la concentración del alumnado de perfil socioeconómico bajo en los mismos centros. ¿Esta ley intenta poner coto al sistema de admisión de la concertada?

R. Hemos trabajado bastante los criterios de admisión con el fin de garantizar la igualdad de oportunidades y de acceso. La Lomce permite que los llamados centros especializados reciban un tratamiento distinto por parte de la Administración, tanto en sus recursos como en los criterios de admisión. Eso es intolerable y es otra de las cuestiones que hemos regulado en esta nueva normativa.


La norma que soñó con dar carpetazo a la era Wert

El adelanto electoral deja en el aire el fin de los itinerarios y el menor peso de la Religión

Alumnos realizando el examen de matemáticas de 3º de primaria en Madrid. ÁLVARO GARCÍA

Las 80 páginas de la ley educativa que el Gobierno socialista lleva hoy a Consejo de Ministros aspiraba a acabar con la era Wert. La Lomce logró concitar el rechazo casi unánime de la oposición y saco a la comunidad educativa a las calles. La reversión de algunas de sus medidas más polémicas —la Religión como asignatura computable o los itinerarios para los estudiantes a partir de los 13 años— queda ahora en el aire.

Adiós a la segregación temprana. Educación considera que con 13 años (3º de secundaria) el escolar no está preparado para decidir si dos años después va a cursar bachillerato o FP. Desaparece el itinerario.

Un plan para los repetidores. Uno de cada tres alumnos españoles ha repetido al menos una vez antes de los 15 años, el triple que en la OCDE. El texto establece un plan individualizado de apoyo, cambiando si se requiere contenidos o exámenes diferenciados.

No hay que repetir bachillerato. La norma permite cursar las materias suspensas e inscribirse en asignaturas del siguiente curso. Además, si hay consenso del claustro el alumno puede titular como bachiller con un suspenso. Esta medida ha causado un gran revuelo pero ya se aplica.

Más Filosofía. El Congreso acordó que Historia de la Filosofía sea obligatoria en 2º de bachillerato. Las comunidades tendrían que incluir Ética en los horarios de un curso de secundaria. La Red Española de Filosofía reclama que sea en 4º de ESO.

Religión. Dejaría de ser de oferta obligatoria en los centros en 1º y 2º de bachillerato. No computaría para el acceso a la Universidad.

Fin del área única. La norma aboga por que en la baremación para entrar en un centro prime la proximidad a la casa del menor o al trabajo de sus padres. La izquierda considera que el distrito único (no importa donde vivas para matricularte en un colegio) favorece a quien tiene medios para desplazarse a otro lugar. En los puntos de admisión se valoraría también la presencia de hermanos en el centro o la renta familiar. No contempla que exista un punto discrecional. Muchos concertados premian con un punto a los hijos de antiguos alumnos, lo que impide la mezcolanza de distintas clases sociales. La Generalitat Valenciana (PSOE-Compromís) ha prohibido aplicarlo.

Plazas en los nuevos barrios. Durante la crisis en grandes ciudades se levantaron barrios sin dotaciones públicas, obligando a las familias a matricular a sus hijos en centros a los que se concedió el concierto. La ley incide en ofertar plazas “especialmente en zonas de nueva población”.

“Proporción equilibrada de alumnos”. La apuesta es que los centros concertados (sufragados con dinero público) matriculen más “alumnado con necesidad específica de apoyo educativo”. En el curso 2015-2016 —últimos datos disponibles— los centros públicos acogían a 411.000 de estos estudiantes, frente a los 121.000 de la subvencionada. Necesitan ayuda el 7,7% de los niños de la pública, frente al 5,8% de la privada concertada. Muchos de estos son inmigrantes sin una red familiar que pueda ayudarles. Hay 581.000 extranjeros inscritos en centros públicos, frente a 97.000 en la concertada.

Nuevos tipos de concertada. El Gobierno aspira a terminar con la “nueva concertada” que cobra hasta 850 euros al mes “como precio de escolarización”.Aboga por que se subvencione a centros radicados en zonas deprimidas, los que tengan “interés pedagógico” o los que funcionen como cooperativas.

Pruebas de diagnóstico. En 4º de primaria y 2º de secundaria los alumnos se someterían a un examen para conocer su nivel, con el fin de orientar las políticas educativas. Sus resultados no podrían servir para elaborar rankings.

Más poder para la dirección. La ley Wert frena la autonomía de los centros, muy encorsetados por lo decidido por la Administración. La ley incorpora a un director en las comisiones para elegir a otros y obliga a que reciban preparación específica para ejercer. El 40% de los profesores no han recibido formación en liderazgo.

Estatuto docente en un año. Desde hace años todos los grupos coinciden en que hay que elaborar un texto que establezca toda la carrera del profesor, desde su formación inicial, a su trayectoria, incentivos y evaluación.

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