Gobernanza UCH: ex Decano Harasic, 2 entrevistas
Junio 19, 2018

Captura de pantalla 2016-09-25 a las 12.18.47 p.m.Davor Harasic, ex decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile: “Hubiese esperado una conducta más proactiva por parte de la rectoría”

El abogado plantea que se debe desterrar la cultura de las tomas universitarias y se refiere a las denuncias de acoso en contra del profesor y ex presidente del TC, Carlos Carmona. “No me cabe la menor duda hoy día que se demoró mucho el sumario”, afirma.  

Alfonso Peró y Waldo Díaz. 

A inicios de semana, a través de una carta de seis carillas, el abogado Davor Harasic puso fin a tres años como decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. La sede de calle Pío Nono estaba tomada por los estudiantes hacía 46 días tras la irrupción del movimiento feminista y el polémico sumario contra el profesor y ex presidente del Tribunal Constitucional, Carlos Carmona, acusado de acoso a una alumna de la casa de estudios.

Harasic, profesor de derecho procesal en la facultad desde 1986 y director de escuela entre 1999 y 2001, criticó en duros términos la toma al renunciar: “Es mi deber manifestar que esta situación afecta gravemente la excelencia académica y pone en riesgo el proceso de fortalecimiento de la educación pública con el que nos hemos comprometido durante los últimos años”.

Desde su estudio de abogado, a ratos molesto, aborda las razones que lo llevaron a tomar su decisión, la situación que hoy atraviesa la Universidad de Chile y los alcances del movimiento feminista.

-¿Se demoró en adoptar una postura más clara, crítica, respecto a la denuncia por acoso al profesor Carmona?

-Recibí una denuncia a través de las vías que existían en ese entonces y dispuse una investigación sumaria. No toda denuncia de inmediato da a lugar un sumario administrativo, tiene que haber antecedentes que avalen el disponerlo de inmediato. Cuando me llegó dispuse de inmediato un sumario administrativo, que es un proceso y como proceso tiene su dinámica. El fiscal era un profesor ajeno a la universidad. ¿Se demoró mucho el proceso del profesor Carmona? Mirémoslo con ojos de hoy y mirémoslo con los de ayer. No me cabe la menor duda hoy día que se demoró mucho el sumario del profesor Carmona. Fueron siete meses. En ese momento, nadie señaló que el proceso se estaba demorando mucho, lo cual no quita que haya sido así, pero quiero también entender el contexto en que se da. ¿Qué haría yo en este minuto si es que pudiera retrotraer la situación? Habría tenido una participación más activa, llamando al fiscal para que tuviera más celeridad, para que me entregara antes los antecedentes y, en vez de que la víctima se reuniera sólo con las personas de la Secretaría de Sexualidad y Género (Segegen). Me habría reunido personalmente con la víctima para preguntarle si desea protección o no.

-¿Hubo acoso sexual?

-No me gustaría referirme al caso en esos términos. Insisto, dado que era una conducta constitutiva de acoso, la sancioné de la única manera que se podía, que era la falta a la probidad administrativa.

-¿Se sintió respaldado por el rector de la Universidad, Ennio Vivaldi, durante los cerca de 50 días que ha durado la toma?

-El rector me ha respaldado desde siempre y yo he respaldado al rector desde siempre. Ahora, si lo que usted me pregunta es si hubiese esperado una conducta más proactiva por parte de la rectoría, en verdad sí. Le pongo un ejemplo. El 5 de junio el rector hizo un llamado a través de un comunicado, que es muy bueno y serio, pero tiene una frase que es muy indicativa de lo que le estoy diciendo: “Es la responsabilidad de sus integrantes evaluar si los paros y tomas son instrumentos que benefician o dañan a la universidad y al justo apoyo que la causa feminista vaya logrando”. ¡Es responsabilidad de sus integrantes! ¡Está hablando el rector! El rector tiene que decir a sus estudiante que estima que ese paro está dañando a la universidad. Presenté la renuncia el 11 de junio e inmediatamente sacó otro comunicado: “Reitero nuestro llamado a la comunidad para que responsablemente lleguemos a acuerdo que ponga fin a esta situación que imposibilita concretar soluciones al tema”. Esa es la actitud que habría esperado, que me habría gustado y que ahora estoy viendo que se está presentando, porque hace un par de horas recibí un nuevo comunicado, en que habla más claro aún. Por lo menos en las palabras ya estamos viendo un rector que está claramente señalando que no está de acuerdo con las tomas y que insta a la comunidad para que estas terminen de inmediato. Eso la verdad que lo eché de menos desde el principio.

-El rector de la UC, Ignacio Sánchez, intervino personalmente en la movilización de las alumnas de la facultad de Derecho y se llegó a un acuerdo ¿Hubiera esperado algo similar?

-Son dos universos enteramente distintos. Si me pregunta si me gustó la actitud del rector Sánchez, me encantó. Me encantó verlo en los medios y metido en la toma. Pero pretender que Vivaldi haya hecho lo mismo… no es extrapolable. Son universos distintos y por lo tanto, hay maneras distintas de enfrentarlo. Con todo respeto por la Universidad Católica, la Universidad de Chile tiene instancias mucho más democráticas en la génesis de sus autoridades, tiene un sistema de democracia interna que es mucho más rico y, por lo tanto, no necesariamente es el rector el que tiene que tener un involucramiento de primer nivel.

“Era necesario renunciar para dar una voz de alerta”

“Creo que la toma sí va a parar, pero el tema importante es cuál va a hacer la actitud de la comunidad universitaria a futuro. El tema de fondo que hoy tenemos como Universidad de Chile es pensar cuálva a ser la forma de manifestar los desacuerdos y desagrados entre los distintos estamentos”, afirma Harasic.

-¿Por qué no permaneció en el cargo entonces?

-Por varias razones. Llegó un momento en que me di cuenta que todo el programa que le ofrecí al claustro estaba cumplido, tal como lo digo en mi carta de renuncia. Me quedaba la alternativa de seguir siendo decano con todo lo que ello significa, una remuneración, un cargo honroso, pero me enfrenté a esta toma que es absolutamente absurda. Y luché porque terminara, pero no logré convencer a la comunidad universitaria que estábamos frente a un absurdo que nos estaba destruyendo, y en consecuencia, decidí renunciar, con mucho dolor. Por mi cariño a la universidad me parecía que era necesario renunciar para dar una voz de alerta que estamos llegando a un extremo que es insostenible.

-Sus críticos han dicho que su decisión fue irresponsable.

-Me han dicho que soy el responsable por haber renunciado, creo que no. Lo hice para tratar de remecer algo, un ambiente en el cual aparentemente no estaba pasando nada. Hay otra persona que dijo que yo había abandonado el barco. No me parece afortunada esa frase, porque eso se usa cuando un barco se está hundiendo y la Universidad de Chile está lejos de hundirse. Pero si queremos hablar metafóricamente de abandono de barco, yo no he abandonado un barco, lo que he pretendido con esto es remecer la fragata entera, la armada entera. Esta toma es absolutamente paradojal porque no hay desacuerdo, hasta donde nos imaginamos, porque a estas alturas aún no se conoce un petitorio, lo cual es doblemente grave. No hay nadie que esté en contra del término del acoso sexual, del abuso, de la desigualdad de género, nadie.

-¿Por qué afirma que no existe un petitorio de los estudiantes?

-Los estudiantes presentaron un documento que lo llamaron petitorio al inicio, pero lo retiraron porque señalaron que lo que necesitaban era un petitorio unificado. Estamos esperando el petitorio unificado desde el primer día de la toma, que es singular, aparte de ilegal y absurda. Y mientras tanto, está suspendida la docencia, la investigación, la extensión y además los profesores estamos desmoralizados y desmotivados y muchos estudiantes simplemente en sus casas haciendo no sabemos qué. Otro tipo de tomas también se han institucionalizado en la universidad y mal. Frente a un desacuerdo primero hay que conversar, debe existir un intercambio de opiniones hasta tratar de llegar a un entendimiento. Si no, hay un segundo paso, que es el paro. Y durante el paro hay que seguir negociando y si el tema es extremadamente importante, y no ha habido acuerdo, podría darse una toma. No repelo las tomas per se . Hay personas que han dicho que poco menos no tengo autoridad moral para referirme a la toma porque estuve de acuerdo con una en una oportunidad.

-Contra el ex decano de la facultad de derecho, Roberto Nahum.

-No sólo he estado de acuerdo con la toma en una oportunidad, sino que en varias. Creo que la de la Universidad Católica, de 1997, fue virtuosa. Permitió un proceso de democratización en una universidad hasta entonces monárquica, eso le ha hecho muy bien al país. Tengo mis dudas si el proceso de democratización terminó o no. Personalmente, con todo el respeto que tengo por la Universidad Católica, creo que no ha terminado, pero sí tenemos una universidad enteramente distinta a esa eclesial y unipersonal, y eso es producto de una toma. También está la toma de Federici, en la época de la dictadura. Desgraciadamente nos quedamos con esa toma, la de Federici, en una época donde no había autoridades democráticas, posibilidad de dialogar ni intención de dialogar por las autoridades. Usted menciona la toma de 2001. Ahí sí se dio la conversación, la paralización y terminó en toma. Estábamos en presencia de un plagio cometido por una autoridad universitaria para lograr el título de profesor titular, que requiere tener alguna publicación y esta persona no la tenía. Mi error fue que por el ímpetu del tema, que lo encontraba sumamente importante para el futuro de la facultad, le envié unas pizzas a los alumnos (en toma), que por lo demás, con mucha madurez me las rechazaron.

-¿Se arrepiente?

-Hoy día no lo volvería a hacer. Pero en el tema de la toma, la verdad es que no me arrepiento.

-¿Es partidario de desarraigar las tomas de la cultura universitaria?

-Absolutamente. Las tomas hay que desarraigarlas. El desafío de la Universidad de Chile en pro de su futuro es desarraigar las tomas de la cultura universitaria. El objetivo de la universidad es recrear el país. Y para eso se requieren profesionales de primer nivel, investigación, docencia y extensión. Esas cuatro cosas se dañan tremendamente con una toma.

“Hay movimientos ultra que están sacando provecho”

-¿Cuán de acuerdo está con las demandas del movimiento feminista?

-Estoy absolutamente de acuerdo con toda la situación de igualdad de género, de término del acoso. Es algo de lo cual he dado muestras. Demandé a una universidad privada, hace ya más de 20 años, porque expulsó a una alumna por haber quedado embarazada. No fue un asunto que lo hiciera por interés profesional, pecuniario, sino porque estaba convencido que esa era una aberración. Como decano de Derecho, fue la primera facultad que tuvo un protocolo contra el acoso sexual. Perfectible, a lo mejor malo, pero fue el primero. Curiosamente lo íbamos a lanzar en el aula magna de la facultad y nos dimos cuenta que no iba a haber público y, por lo tanto, lo cambiamos a la sala de profesores. Determinadas cosas que pasan hoy día se tienen que mirar también dentro del contexto. Me tocó defender a las estudiantes de filosofía que un profesor las acosó, que fue sancionado y expulsado de la universidad. Fueron 18 audiencias ante el tribunal. Lo que quiero decir es que el tema no me es ajeno y que tenemos que enfrentarlo con mucha fuerza.

-María Inés Horvitz, consejera del CDE y profesora de la facultad, señaló: “Me consta personalmente el sesgo absolutamente machista que tienen muchos profesores varones de la facultad porque lo he vivido”. ¿Cuánto comparte usted esa afirmación?

-A partir de la irrupción de este movimiento va a haber un antes y un después muy importante. Era un tema sobre el cual lamentablemente mayoritariamente no se tenía conciencia. Creo que a más de alguien lo ha hecho pensar y espero que impere un mayor respeto y una igualdad de género que en verdad no se daba mucho.

-Algunos analistas han planteado que no estamos del todo frente a un problema de relaciones entre hombres y mujeres en este conflicto en la universidad de Chile, sino también a una ofensiva ideológica de naturaleza contracultural impulsada hace varios años impulsada por sectores afines a la ultraizquierda en su facultad. ¿Coincide con esa mirada?

-No me cabe la menor duda que hay movimientos ultra que están sacando provecho de esta situación. Pero sí veo que, por lo menos a las estudiantes que yo conozco, están involucradas en este movimiento. Lo mismo todas las profesoras de la facultad, por lo que debo concluir que es un movimiento totalmente transversal. Que alguna facción de la ultra pueda querer radicalizar este proceso, está en su ADN. Si lo está haciendo o no, creo que lo está intentando. Pero decir que el movimiento feminista es consecuencia del manejo de la ultra, creo que no es así.

“Esta toma es absolutamente paradojal porque no hay desacuerdo, hasta donde nos imaginamos, porque a estas alturas aún no se conoce un petitorio, lo cual es doblemente grave”.

“Con todo respeto por la Universidad Católica, la Universidad de Chile tiene instancias muchos más democráticas en la génesis de sus autoridades, tiene un sistema de democracia interna que es mucho más rico”.

“No logré convencer a la comunidad universitaria que estábamos frente a un absurdo que nos estaba destruyendo”

 “Si un hijo mío quisiera estudiar derecho, le pediría entrar a la U. de Chile”

-¿Por qué no se aplicó una medida de mayor autoridad en las tomas, dada la cantidad de días que habían pasado?

-Personalmente, no habría autorizado el ingreso de la fuerza pública jamás, y por otra parte eso es resorte del rector. En los recintos universitarios no corresponde el uso de la fuerza pública. Pero sí se podrían haber hecho otras cosas y todas esas cosas pasan por los niveles centrales y ahí ha faltado una directriz más clara para tomar medidas.

-¿Por qué, a su juicio, los estudiantes debieran elegir esta Facultad de Derecho?

-Porque se van a terminar las tomas. Estoy convencido de que estamos en un punto de inflexión en que nuestros estudiantes van a tomar conciencia de que hace mucho tiempo hemos ingresado a un régimen democrático que da cada vez más participación en la universidad. En segundo lugar, porque no hay ninguna facultad de derecho del país que tenga la riqueza que tiene la de la Universidad de Chile. Tenemos el mejor claustro de profesores, con una pluralidad ideológica que no se da en ningún otro centro de estudios. Tenemos 28 doctores investigadores de jornada completa que están todo el día investigando y publicando, un proceso de innovación curricular que va a dar grandes frutos, y por lo tanto, si un hijo mío quisiera estudiar derecho, y le tocara entrar el próximo año, yo le pediría entrar a la Chile.

-¿Ha perdido alumnado?

-Una eventual disminución del alumnado podemos verla a fines de semestre, pero no tengo antecedentes de que haya pérdida de alumnado. Nosotros aumentamos en 200 el cupo este año y lo hemos resuelto muy bien.

Se habla de que mi renuncia podría haber estado fundada en que la facultad tiene problemas financieros. Es una crítica que se hace o de mala fe o ignorancia, porque hemos planificado nuestros recursos de manera tal que la facultad goza de una óptima situación y en 2023 estará absolutamente en régimen y cumpliendo con su misión institucional. He escuchado que se ha dicho que estos antecedentes estarían basados en antecedentes falsos. De esa maledicencia, no puedo hacerme cargo.


Captura de pantalla 2016-09-02 a las 3.53.58 p.m.Davor Harasic: “Mi renuncia fue un acto muy doloroso de responsabilidad política

Autor: Francisco Artaza y Leslie Ayala

El lunes 11, Davor Harasic presentó su dimisión indeclinable como decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, uno de los epicentros de la movilización feminista que remece al país: lo hizo molesto con la conducción que ha dado al conflicto el rector Ennio Vivaldi, uno de sus otrora cercanos.


“Creo que tenemos la obligación de remecer ciertas estructuras y de decir que hay ciertas cosas que no pueden pasar, que un movimiento sin sentido, sin sentido por la forma en que se está llevando, conduzca a la renuncia de un decano es algo demasiado fuerte, y prueba de ello es que han comenzado a cambiar las declaraciones del rector y se han producido un par de claustros en la facultad, por lo tanto, con mi renuncia se han remecido ciertas estructuras. Por eso, no fue un acto de irresponsabilidad, todo lo contrario, fue un tema muy doloroso de responsabilidad política”.

Davor Jorge Harasic Yasick da uno de los últimos sorbos a la botella de agua mineral que tiene en sus manos. Los últimos días han sido especialmente duros para él. El lunes 11, en el Consejo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile -uno de los órganos de gobierno universitario y que integran directores de departamento y consejeros elegidos por los profesores y estudiantes-, el abogado penalista sorprendió a la mayoría de los integrantes de ese ente asesor al leer una carta de siete páginas dirigida al rector Ennio Vivaldi, en la que anunciaba su renuncia indeclinable e inmediata al cargo de decano de la facultad, el que asumió en 2015.

Fue una medida extrema, aseguran miembros del equipo de confianza del exdecano. Una campanada de alerta, recalcan, ante la inacción del rector Ennio Vivaldi y de otras autoridades de la Casa de Bello para poner término a las tomas de sedes universitarias, en el marco de la movilización feminista, a casi dos meses de que el movimiento agarrara vuelo a nivel nacional, precisamente, a partir de la toma de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, iniciada el 27 de abril, a raíz del sumario en contra del profesor y expresidente del Tribunal Constitucional Carlos Carmona, por la denuncia de acoso interpuesta por la alumna Sofía Brito.

“Lamentablemente, la presente ocupación ilegal de las dependencias de la facultad, que en estos días vivimos, está lejos de representar un hecho aislado. Cada año nos hemos visto obligados a medidas de paralización y obstrucción del quehacer universitario, de menor o mayor intensidad, por parte de los estudiantes, las cuales han afectado gravemente el normal funcionamiento de la facultad, contraviniendo así la característica de toda universidad pública, que es contribuir a la producción de conocimiento y a la formación de profesionales comprometidos con el devenir y el progreso intelectual y moral de la sociedad a la cual nos debemos”, decía la misiva.

En los tres años al mando de la facultad, detalló Harasic en su carta de renuncia, la escuela había enfrentado 182 días de paralización, lo que afectaba “gravemente la excelencia académica y el compromiso por el fortalecimiento de la educación pública”.

Lo más grave, para Harasic, es que no percibía desde rectoría la voluntad de poner atajo al problema.

“Sentía que se estaba generando un mal precedente, de validación de las tomas”, señala este abogado de 70 años, al explicar las razones de su abrupto alejamiento del decanato. En la carta que le envió a Vivaldi, el mismo lunes 11, abunda en ese tema: “Ante la imposibilidad de transmitir favorable y eficazmente esta preocupación a la comunidad universitaria, que en mi parecer no ha advertido cabalmente el grave riesgo que esta tendencia representa para el futuro quehacer de nuestra corporación, he decidido, con mucho pesar, renunciar”.

Ya fuera del cargo, Harasic explica que “fue una decisión extremadamente dura, desgarradora en lo personal, porque amo a la Universidad de Chile, a la que estoy ligado desde el año 1966. Pero estoy tranquilo, porque cumplí mis compromisos y espero que con esta renuncia se pueda empezar a terminar con las tomas en la universidad”.

Punto de inflexión

En el entorno del exdecano de Derecho de la U. de Chile aseguran que hace varias semanas Harasic había llegado al convencimiento de que no tenía ninguna capacidad de maniobra.

El primer indicio lo tuvo poco antes del 27 de abril, cuando las voceras del movimiento feminista de la Escuela de Pregrado fueron a su despacho a anunciarle que se tomarían la facultad como protesta por la demora en el cierre del sumario contra el profesor Carmona, el que se había iniciado más de nueve meses antes.

De nada valió que el entonces decano les explicara que el sumario había finalizado a comienzos de esa misma semana y que se había notificado a las partes involucradas la sanción de tres meses de suspensión de actividades -la segunda pena más alta que contempla el estatuto administrativo de los funcionarios públicos- que le aplicó a Carmona. “Igual nos vamos a tomar la escuela”, le respondieron al decano.

En esa conversación, sostienen cercanos al hoy exdecano, Harasic habría reconocido ante las voceras de las alumnas las falencias que tenían los protocolos para recibir e investigar denuncias de acoso sexual. Por lo mismo, aseguran fuentes del decanato, habría ofrecido a las jóvenes establecer una mesa de trabajo, aun con la facultad en toma, para avanzar en la revisión y redacción de nuevos protocolos para regular el tema de los ayudantes y los casos de acoso. “No tenemos nada que negociar”, le respondieron.

Horas después, las jóvenes sellaron la puerta de la facultad en Pío Nono. Por primera vez, las cadenas incluyeron las oficinas del decano y de la dirección de escuela, paralizando por completo las actividades académicas y administrativas.

Desde la Casa Central no hubo reacción. Por entonces, Ennio Vivaldi estaba enfrascado en la reelección como rector. Otros van más allá y afirman que la máxima autoridad de la Universidad de Chile vio con buenos ojos el protagonismo que tomaban las estudiantes del plantel en la movilización feminista nacional.

El 5 de mayo, Harasic se reunió con la directora de Pregrado de la Universidad de Chile, Leonor Armanet, para entregarle una propuesta de plan de cierre del semestre. La idea, entonces, era recalendarizar los exámenes y entregas de trabajos, bajo el supuesto de que se retomarían las clases a más tardar el 11 de junio. Harasic había conversado la idea con el prorrector de la Chile, el ingeniero y profesor Rafael Epstein, quien también era partidario de apurar la normalización de las facultades en toma. En esa oportunidad, Harasic le habría sugerido a Epstein que solicitara a todos los decanos el plan de cierre del semestre. La medida, sin embargo, nunca llegó a concretarse.

Cuatro días después de ese hecho, el 9 de mayo, se reunió en forma extraordinaria el Consejo Universitario -máximo órgano colegiado de carácter ejecutivo-. Aunque algunos decanos plantearon reparos por la forma en que las estudiantes estaban visibilizando las demandas feministas a través de tomas ilegales, varios académicos aseguran que hubo un amplio respaldo a los objetivos de fondo de estas movilizaciones. Ese día, el consejo aprobó crear una comisión integrada por seis decanos, entre ellos Davor Harasic, destinada a reunir antecedentes y elaborar propuestas para reforzar protocolos y normas internas e incluso crear nuevas regulaciones internas de la universidad en línea con las demandas de las estudiantes feministas.

Desde entonces, aseguran en el entorno de Harasic, el cuerpo de decanos y la Casa Central quedaron a la espera de que las estudiantes movilizadas entregaran un petitorio que englobara sus demandas.

Recién mañana -lunes 18- las estudiantes llevarán este documento a la Casa Central.

Quiebre con Vivaldi

Desde el entorno de Harasic afirman que el exdecano de Derecho estaba cada vez más molesto por la demora de rectoría en solicitar a las facultades un plan de normalización de clases y en dar señales claras a los estudiantes de que era necesario retomar las clases mientras se avanzaba sobre las demandas del movimiento.

Harasic, aseguran, no podía creer que Vivaldi, con quien mantuvo siempre una estrecha relación, tomara vacaciones hasta fines de mayo, mientras escalaban las movilizaciones feministas. De hecho, el rector no asistió el 25 de mayo a la reunión que tuvo lugar en Casa Central entre autoridades de la Chile, entre las que figuraban Harasic con las voceras de las tomas feministas, y que finalizó sin llegar a acuerdos, debido, principalmente, sostienen académicos del plantel, por el rechazo de las alumnas.

El quiebre definitivo se precipitaría el 5 de junio. Ese día, Vivaldi envió una carta abierta a los estudiantes de la Universidad de Chile que alarmó a Harasic. “Es responsabilidad de sus integrantes evaluar si los paros y tomas son instrumentos que benefician o dañan a la universidad y al justo apoyo que la causa feminista hoy ha logrado”, escribió el rector a los estudiantes. En la misiva, Vivaldi hacía un llamado al diálogo y felicitaba el “rol preponderante” que estaban jugando las alumnas, académicas y funcionarias de la universidad “en esta avanzada que promete un cambio cultural en Chile en todo lo referente a igualdad de género, transformando nuestra sociedad en una más plena, democrática y equitativa”.

La reacción fue inmediata. Con las firmas de los decanos Harasic (Derecho), Santiago Urcelay (Veterinaria), María Eugenia Góngora (Filosofía), Carmen Luz de la Maza (Ciencias Forestales) y Roberto Neira (Agronomía), entre otros, se autoconvocó ese mismo día a una reunión extraordinaria del Consejo Universitario.

En la cita, Harasic y el decano de la Facultad de Economía y Negocios, Manuel Agossini, fueron especialmente críticos del tono de la carta enviada por el rector Vivaldi a los estudiantes y por el hecho de que se dejara en manos de los alumnos la evaluación del daño que ocasionaban las tomas.

“Este consejo estima que la vida universitaria debe ser retomada en todos sus aspectos”, señala la declaración suscrita ese 5 de junio por el órgano colegiado. El texto también valoraba el “impulso” entregado por las alumnas, académicas y funcionarias de la universidad para “avanzar en una transformación decisiva que redunde en prácticas no sexistas, no discriminatorias, encaminadas a la equidad de género en todas sus formas y a la supresión de todo tipo de abuso, acoso sexual y laboral en la universidad”.

Para Harasic se trataba de una victoria pequeña. Nada auguraba que se tomarían medidas para retomar las clases. Tampoco sentía respaldo en el claustro académico de la Facultad de Derecho. La mayoría de los profesores, aseguran en el entorno del exdecano, simplemente tomaron distancia del conflicto.

El martes 8, Harasic llamó a su equipo de confianza a una reunión. A la cita llegaron el vicedecano, Claudio Moraga; Ivana Peric, una abogada recién titulada y que fue contratada por Harasic como su jefa de gabinete y el director del Departamento de Ciencias Penales, Juan Pablo Mañalich. Otros dos cercanos a Harasic, Jonathan Valenzuela (director de Investigaciones) y el profesor Fernando Atria, no pudieron llegar por encontrarse fuera de Chile.

Ese día, Harasic anunció a sus colaboradores más cercanos su decisión de renunciar al decanato un año antes del término de su mandato. “Es indispensable remecer ciertas estructuras”, les dijo.

La gran mayoría de los académicos de Derecho se enterarían recién una semana después, cuando en el claustro de profesores del lunes 14 Harasic les leyó la carta de renuncia que había enviado al rector.

La decisión generó fuertes críticas en contra del exdecano y reavivó las fracturas que por décadas han separado a los académicos en diferentes facciones. De hecho, Harasic ganó el decanato en 2015 por apenas ocho votos de diferencia por sobre el profesor Pablo Ruiz-Tagle.

“He sido el primer adversario y crítico de Davor Harasic por su maltrato académico, funcionario y estudiantil. He criticado su malgasto de recursos, su amiguismo y el decir una cosa y hacer otra, todo lo cual ha sido muy dañino para nuestra facultad. Me duele ver mi alma mater en crisis profunda por culpa de liderazgos tóxicos y narcisistas. Creo que todavía es posible levantar un liderazgo renovado y más joven, de base académica. Harasic, luego de haber sido instigador de varias tomas en el pasado, hoy las rechaza. A partir de este rechazo y de una nueva y respetuosa relación académica, funcionaria y estudiantil, que sea responsable y con espíritu de servicio público, creo que todavía puede aspirarse a construir con todos una mejor Facultad de Derecho de la Universidad de Chile”, señaló Ruiz-Tagle a Reportajes.

Los detractores de la gestión de Harasic al mando de la facultad se niegan a creer que la renuncia estuviera motivada por “un acto de responsabilidad política” para empujar el término de las tomas en la universidad.

El jueves 14, uno de los principales críticos de Harasic, el profesor Alfredo Jocelyn-Holt, pidió en el claustro académico que se aprobara una auditoría externa al estado financiero de la facultad.

Según los detractores, Harasic dilapidó el fondo de ahorro cercano a $ 8.500 millones que dejó el exdecano Roberto Nahum, principalmente en el pago de elevados honorarios a asesores e investigadores. Al mes, solo en pagos a asesores, afirma un académico, se gastan cerca de $ 80 millones. A eso se suman los sueldos de 28 profesores con grado de doctor contratados full time por Harasic, con sueldos cada uno por sobre los $ 5 millones y medio para hacer investigación.

Harasic justifica esos gastos como parte del proyecto de modernización que implementó y que buscaba convertir a la facultad en “pioneros en el campo de la investigación”. Para sus críticos, en cambio, el proyecto no ha dado los resultados esperados, pues no se han ganado fondos concursables importantes.

Del movimiento feminista y sus consecuencias poco se habla en los conciliábulos académicos de la Facultad de Derecho de la Chile. Poco a poco, los grupos comienzan a recomponerse en pos de las elecciones del nuevo decano, que se convocarán a más tardar en 30 días y a las que Harasic no postulará.

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