¿Adiós a la gratuidad universal?
Enero 9, 2017

Captura de pantalla 2016-09-25 a las 12.18.47 p.m.¿Adiós a la gratuidad universal? La pregunta inesperada que dejó la encuesta CEP

 

Casi inadvertida entre la avalancha informativa que trajo esta semana la encuesta CEP pasó otra noticia que apunta al principal debate instalado en la sociedad chilena en los últimos años. En el sondeo, la mayoría (52%) se mostró a favor de que las universidades sean gratuitas exclusivamente para los estudiantes de menores recursos, y solo el 42% apoyó la universalidad del beneficio, principal promesa programática de la Presidenta Bachelet y demanda central del movimiento estudiantil de 2011. Primer y principal objetivo de la reforma tributaria, la gratuidad universal es emblema de la doctrina de los derechos sociales garantizados. ¿Perderá ahora terreno esta bandera, desplazada por las otras prioridades que hoy señalan los chilenos? ¿Quedará su cobertura reducida al 50% más vulnerable, o seguirá expandiéndose? Estas son las respuestas de protagonistas clave del debate educacional.

M. Soledad Vial, El Mercurio, 8 de enero de 2017

3,9% de los encuestados por el CEP afirmó que la gratuidad para todos los estudiantes de educación superior debe ser la primera prioridad del país. Otro 5,7% la señaló como la segunda prioridad. “No seguirá siendo políticamente atractiva; va a ser poco relevante para definir elecciones”Beyer, director del CEP:

Mirando su propia encuesta, la del think tank que encabeza, el ex ministro Harald Beyer ve que las opiniones están divididas pero que la mayoría prefiere que no haya gratuidad universal.

¿Por qué siendo una oferta tan atractiva?

“Tenemos una ciudadanía cada vez más educada, con más opinión y que no se comporta clientelísticamente, que entiende que hay prioridades y, probablemente, está percibiendo que estos recursos rinden más socialmente en otras áreas”, dice el director del CEP.

-Pero fue la principal promesa de campaña de este gobierno, con la que obtuvo una amplia mayoría.
-Siempre hubo bastante división de la población en esta materia. En nuestra primera encuesta recién iniciado el gobierno, las personas decían que la habían elegido a ella porque le tenían confianza no tanto por su programa. La afirmación de que esta era la gran demanda de la ciudadanía, no guardaba relación con lo que uno veía en las encuestas.

-Fue lo que convocó a las movilizaciones sociales de 2011 en adelante, ¿o no?
-Todo indica que la demanda real era por mejorar las condiciones de acceso al financiamiento, que la gente no necesariamente identifica con gratuidad. Si uno mira los números de entonces, había efectivamente muchas familias de ingresos medios realmente apretadas. Como se aumentaron las becas y mejoraron las condiciones de crédito, la población se dio cuenta de que hay distintas alternativas para enfrentar este tema y que no necesariamente la gratuidad es la más conveniente.

-¿Se seguirá avanzando en el compromiso de llegar al 100%?
-El proyecto de educación superior lo vincula a la tasa de recaudación tributaria y cuando uno mira las proyecciones, van a pasar muchos años antes de que eso se logre. Políticamente, el objetivo de la gratuidad también se abandonó, el propio gobierno lo abandonó. Se va a ir a una solución intermedia donde tal vez el 60% tenga acceso a gratuidad y el resto se financie con algún sistema mejor que el actual de créditos blandos.

-Hay grupos que no han abandonado la gratuidad como objetivo político. ¿Qué influencia tendrán?
-Hoy no tienen suficientes votos, están explorando crear una alternativa política distinta pero lo que muestran las encuestas es que no hay tantos votos ahí. Eso podría cambiar en el futuro. Si miramos la municipal, las dos grandes coaliciones reúnen el 87% de los votos.
No me parece que haya una gran demanda ciudadana por esto, políticamente no va a ser algo muy potente y esos movimientos tendrán que ir buscando otras banderas.

-¿Y seguirá presionando el movimiento estudiantil que se ha movido al compás de la gratuidad?
-No la van a abandonar, es parte de su identidad, pero la gratuidad no seguirá siendo una bandera políticamente atractiva. Este tema nos va a acompañar pero creo que va a ser poco relevante para decidir elecciones.

“Es probable que un gobierno con tan poca popularidad saque el pie del acelerador; nosotros lo vamos a mantener a fondo”Crispi, dirigente de Revolución Democrática:

¿Le extraña que una mayoría de chilenos no esté por la gratuidad universal?

-No mucho, la derecha y parte importante de la Nueva Mayoría (NM) no creen en la gratuidad y han trabajado sistemáticamente para enterrarla. Si la gratuidad hubiera tenido el mismo protagonismo en el gobierno que tuvo en la campaña, apostaría a que hoy se habría mantenido.
El que habla es Miguel Crispi, ex dirigente estudiantil y ex asesor del Ministerio de Educación, cuya renuncia dio el vamos al desembarco de su partido, Revolución Democrática, del gobierno de Bachelet.

-Pero el Gobierno ha seguido avanzando en gratuidad, no ha renunciado…
-Sí, pero durante los últimos 6 meses hemos hablado poco de gratuidad. Tiene mérito la Presidenta, ha seguido empujando, no ha aflojado, pero la gratuidad no tiene el mismo protagonismo. Todos los líderes de la Nueva Mayoría hicieron campaña con la gratuidad y hoy escapan de ella.

-¿Cree que puedan haber influido las finanzas ajustadas en la posición de los chilenos?
-Puede ser, pero los recursos son siempre limitados por definición y el tema es la prioridad política o convicción que hay detrás de los líderes de la NM y del Gobierno. Hay sectores que, con muchos o pocos recursos, no creen en la gratuidad y encontraron en el momento económico un escenario propicio para golpearla.

-¿Dice que hubo oportunismo?
-Totalmente y es esa la crisis de la NM. El programa de gobierno impulsado por Bachelet para muchos dirigentes no era más que un espacio de oportunismo para volver al poder. Lo dijo Insulza hace unos días.

-Y los errores y traspiés en educación, ¿no influyen en este debilitamiento del discurso pro gratuidad?
-La forma como el Gobierno ha gestionado la reforma a la educación superior debe dejar dudas a la ciudadanía de cuál es su convicción. El proyecto no aborda cosas importantes, como fortalecer la educación pública. Cuando hay ausencia de convicción o falta de poder, cuando un gobierno tiene una coalición tan fragmentada y que no cree en muchas cosas de su propio programa, comienza a hacer concesiones de todo tipo. Uno puede encontrar excusas en la buena o mala gestión, pero en el fondo está que parte de la NM no cree en cosas con que se ganó la elección.

-¿Perderá relevancia la gratuidad universal como objetivo político?
-A diferencia de la Concertación o la Nueva Mayoría, el Frente Amplio no va a transar sus convicciones por encuestas. La defensa de la educación como derecho social seguirá siendo una bandera clave del proceso de transformación de Chile.

Es bien probable que un gobierno con tan poca popularidad saque el pie del acelerador; nosotros lo vamos a mantener a fondo, digan lo que digan las encuestas. Las prioridades ciudadanas expresadas en una encuesta son fotografías y nosotros estamos haciendo política en función de procesos y de aquello que creemos bueno para Chile. No vamos a transar nuestro proyecto.
“Que nuevo referente tome la bandera”, Sanhueza, economista
“Hay un debate que sigue muy abierto”, dice la economista Claudia Sanhueza.

A su juicio, los porcentajes que arroja la CEP son estables -“hace dos años, un 38% estaba por la universalidad, y ahora es el 42%”-, y dado que la pregunta se hace genéricamente, sin considerar la calidad y acreditación de los planteles, la discusión no se ha cerrado. “Más del 40% cree que cualquier universidad debe ser gratuita universalmente”, enfatiza.

-¿Qué le dice el que no gane ampliamente el apoyo a un beneficio de este nivel?
-Es que no es una pregunta personal, solo refleja la preferencia por una política. No sé si sería la misma respuesta si lo pusieran en forma privada, se podría dar un resultado distinto.

-¿No será que los chilenos tomaron conciencia de que los recursos son limitados y que hay que priorizar?
-No veo eso en los datos. Lo que veo es que más del 40% de la gente mantiene esta preferencia por la gratuidad universal, independiente de la institución. Me parece muy fuerte. Es una discusión abierta; ojalá el CEP pudiera preguntar por tipos de instituciones.

-Cuando es la promesa angular de este gobierno y central para la Nueva Mayoría, ¿no debió haber avanzado?
-Lo veo al revés. A pesar de los problemas políticos de poca convicción para implementar el programa de la Nueva Mayoría, la puerta de ese 40% que quiere gratuidad para todos está muy abierta. Hay espacio para que aparezca otro referente político.

-¿No pierde sentido como objetivo político si ha bajado su adhesión?
-La demanda por derechos sociales universales ha permanecido constante en el tiempo, y este gobierno no ha podido avanzar en sus promesas. Es el momento de que el referente nuevo, el referente amplio tome estas demandas.
Es una locura y jamás íbamos a poder cumplir”, Walker, senador DC:
“En nada” le llama la atención a Ignacio Walker que la mayoría de los chilenos apoye la gratuidad universitaria solo para los estudiantes de menores ingresos.

“Represento a 26 comunas de la Región de Valparaíso y siento menos presión de las familias que hace 5 años”, dice el senador DC y miembro de la comisión de Educación.
Considera que en los últimos años “se les ha aliviado la mochila financiera a las familias, especialmente de sectores medio y medio bajo, con un aumento notable en recursos destinados a ayudas estudiantiles como becas y créditos, y gratuidad para los más vulnerables”.

-Pero esas ayudas existían hace cuatro años, cuando la gratuidad se convirtió en la principal bandera de la campaña presidencial. ¿Entonces habría bastado con eso?
-Existían, pero están complementadas hoy con la gratuidad para el 60% o 70% de menores ingresos, y con el aumento y mejora que han tenido becas como la Milenio. Es una buena cosa la gratuidad, porque financia el arancel real, la beca solo el de referencia. La respuesta de la encuesta es lógica, la gente supone que financiar la educación superior implica un esfuerzo y que el Estado no puede hacerlo todo. En otras palabras, la gente está prefiriendo el principio de justicia a uno de igualación: que pague el que puede versus la gratuidad universal, que es injusta.

-El programa de la Nueva Mayoría y de este gobierno ofreció igualdad: gratuidad universal.
-Fue contra la opinión de la DC. Como presidente de la DC, me opuse a la gratuidad universal, que quedó en el programa para el 2020, lo que es una locura que jamás íbamos a poder cumplir. Los cuatro presidentes de partido de la Concertación teníamos en agosto de 2011, y se sumó el PC en enero de 2012, un acuerdo de dar gratuidad al 70% de menores ingresos. Ese era el objetivo.

-Fuerte decir que la gratuidad universal “es una locura”. Fue una promesa central de la Presidenta y la DC firmó su programa e hizo campaña con ella.
-Bueno, pero estoy diciendo la verdad. No se me hizo caso.

-¿Y llega hasta aquí si la mayoría de los chilenos opina que solo debe ser gratis la universidad para quien no puede pagarla?
-La gratuidad universal es imposible de financiar y es regresiva; supone entre 3.500 y 4.500 millones de dólares. Tiene sentido seguir avanzando en gratuidad y nuestro objetivo es algún día llegar al 70% de menores ingresos, que es un tremendo logro, aunque sea visto con gusto a poco si prometiste 100% al 2020. Creaste una falsa expectativa; hay que ser responsable en las políticas públicas.
“Cifra que usa el Gobierno es mentirosa”, Allamand, senador (RN):
“La gratuidad universal fue la gran promesa incumplida del Gobierno. El programa establecía que alcanzaría al 70% en 2017 y al 100% en 2020, y no se cumplirá. La cifra de 50% que usa el Gobierno es mentirosa: no incluye a muchos estudiantes que tienen esa vulnerabilidad, pero que están excluidos por los planteles en que están matriculados”.

Un veredicto duro el del senador RN Andrés Allamand, pero que desafía a desmentir.

Como miembro de la comisión de Educación del Senado, se ha metido a fondo en el tema, y asegura que cálculos de expertos que se conocerán muy pronto incluso demostrarían que el porcentaje real al que hoy llega la gratuidad universal estaría muy por debajo de las cifras oficiales.

Afirma que “cuando la ministra Delpiano dijo que el avance sobre el 50% mentiroso dependería ‘del cobre que nos comprarán los chinos’, quedó claro que fue siempre un volador de luces”.

-¿Por qué una oferta tan atractiva termina no convenciendo, y la gente prefiere limitarla a los que no pueden pagar?
-Primero, es injusta y regresiva. La gente no entiende que deba regalárseles la educación a familias que pueden pagarla. Segundo, ya se sabe que la gratuidad no es gratis: el déficit que provoca perjudica la calidad de las universidades y afecta a los estudiantes. Y, por último, un motivo adicional, que es de la mayor importancia, pero poco conocido: el acuerdo con el Gobierno, luego del fallo del Tribunal Costuitucional significa que hacia adelante no habrá discriminación en becas y créditos. Todo el sistema convergerá hacia ayudas que se uniformarán en el arancel de referencia.

“En simple: vía becas, habrá gratuidad para los estudiantes vulnerables -la política pública correcta- y vía créditos, habrá financiamiento razonable para todo el resto”.

“Hay un cambio de percepción y mucho mayor realismo”, Gonzalo Vargas, rector del Inacap:
Aunque no ve diferencias tan grandes -50% en contra y 40% a favor de la gratuidad universal-, el resultado de la CEP no le sorprende, porque es lo que ve entre las familias de los 120 mil estudiantes de Inacap. Y son una buena muestra: el 40% proviene del 50% más pobre del país, y van a ser más a contar de este año, en que debutan con la gratuidad.

“Incluso la gente más vulnerable dice: ‘el que pueda pagar, que pague’; hay comprensión de que existen otras necesidades, porque es la misma gente que vive los problemas de salud, de transporte público, de delincuencia”, señala el rector Gonzalo Vargas.

-Pero la gratuidad universal se instaló como objetivo hace 4 años, en el marco de los derechos sociales garantizados que propuso este gobierno.
-Es baja la comprensión de lo que son los derechos sociales garantizados, lo que la gente tiene claro es que no es viable, a diferencia de 2012, cuando el país venía creciendo muy fuerte y la percepción era de que había mucha plata. Ahora, incluso el Gobierno dijo que era viable en décadas. Otra discusión es si es conveniente, y ahí se ha ido asentando en la opinión pública que hay gastos más urgentes que financiarles la educación superior a quienes tienen los recursos.

Vargas piensa que por muchos años la gratuidad cubrirá solo hasta el 50% de las familias de menores ingresos, como hoy. “Y no todos van a poder acceder, porque el número de instituciones que ingresaron a la gratuidad no cubren a todos los potenciales estudiantes”, agrega.

-Además de la estrechez fiscal, ¿influyó la mejoría en becas y créditos?
-No, porque el CAE mantiene las mismas condiciones después de la reforma que se hizo en el gobierno de Piñera y las becas son esencialmente las mismas. Las becas Bicentenario, que se abrieron para universidades privadas, no alcanzan al 1% de los alumnos. Hay un cambio de percepción y mucho mayor realismo, pero no hay que perder de vista que la gratuidad para los estudiantes de menores recursos no existía como tema, y se instaló. Hace cinco años, antes del movimiento estudiantil, nadie estaba convencido de que hubiera que darles gratuidad a los más pobres, y hoy el 94% está de acuerdo.

“La Nueva Mayoría la abandonará, solo ha pagado costos”, Andrés Benítez, rector de la U. Adolfo Ibáñez:
“La gente nunca entendió la idea de que se financie la educación incluso de los más ricos. Eso nunca ha sucedido con ningún subsidio en Chile”, dice el rector de la privada U. Adolfo Ibáñez.

Y para avalar su afirmación, Andrés Benítez recuerda las palabras de la Presidenta aterrizando en Chile en 2013. “Dijo que no era correcto que el Estado le financiara la educación a su hija. Fue su primera impresión natural, la misma que siempre ha tenido la gente. Bueno, ella después cambió de opinión, pero la ciudadanía no”.

-¿Dónde debería estar ese límite entre lo financiable y lo que no?
-La encuesta plantea que se debe financiar solo a los más pobres. No está claro si eso es el 50%, el 60% o el 70% más pobre. El rechazo es a que sea para todos, incluyendo la élite.

-Con mirada de economista, ¿por qué los chilenos no abrazan una oferta tan atractiva?
-Primero, porque nunca entusiasmó tanto. Segundo, quedó claro que es irreal. El mismo gobierno lo reconoció: no hay plata. Para que suceda, hay que sacrificar muchas otras cosas, como el gasto en educación escolar, la salud, etc., que afectan directamente a los más pobres, y la gente sabe eso.

-¿Significa que la gratuidad se queda hasta aquí y no avanzará a más quintiles?
-No seguirá avanzando, porque no hay recursos. Ha costado mucho cubrir el 50% actual -que no está completo-, y con un grave daño a las universidades. Eso está instalado en la opinión pública.

-¿Eso significa que la Nueva Mayoría abandonará la promesa de gratuidad universal, aunque sea su centro como coalición?
-La Nueva Mayoría abandonará la gratuidad universal, sabe que solo ha pagado costos, porque es una promesa irreal que no puede cumplir. Más allá de la gratuidad, creo que hay una desconexión muy grande entre la visión de educación de la NM y la gente. La polémica sobre el Instituto Nacional es un reflejo de ella. La gente no está dispuesta a perder calidad por inclusión.
“La gratuidad tiene que ser universal para todas las estatales”, Enio Vivaldi, rector de la Universidad de Chile:
“Mi opinión es bien categórica”, comienza diciendo el rector de la emblemática U. de Chile y férreo defensor de la gratuidad. “Habría preferido que preguntaran no por los estudiantes, sino por las universidades, y que hubieran preguntado si alguien cree que las universidades públicas, las estatales, deberían cobrar. En todo el mundo se acepta que las universidades son gratuitas para todos; la principal diferencia para mí la marca el carácter de la universidad, y las estatales deben ser gratuitas para todos”.

Y continúa el doctor Ennio Vivaldi: “Alguien puede pensar que cómo va a ser gratis una universidad privada de elite, que va gente de muy buen nivel socioeconómico, que proviene de colegios muy caros”.

-Muchos de esos estudiantes van a la U. de Chile. ¿No revela la encuesta que la gente cree que el beneficio es para el estudiante según su condición?
-Llama la atención que la pregunta se reduzca al nivel socioeconómico del estudiante, y nunca se pregunte por el carácter de la universidad. Sería interesante preguntarles a los chilenos si creen que las políticas de cobro de aranceles deberían ser iguales en las estatales y no estatales, entendiendo que este segundo grupo es muy heterogéneo en calidad y nivel socioeconómico de sus estudiantes.

-¿Y qué percepción tiene usted: que la gente haría la diferencia con las estatales?
-Sí, porque si no se hace esa distinción, no se sabe realmente a qué responde la pregunta. Hay muy pocas cosas que debieran ser gratis para todos, pero en todo lo demás uno tiende a desagregar y a considerar que es regresivo que sea gratis algo para los más ricos. Si a mí me preguntan si la Universidad Adolfo Ibáñez debiera ser gratis, yo mismo contesto que no.

-Pero el programa de gobierno no hizo ese distingo; ofreció gratuidad universal.
-Pero en su primer mensaje la Presidenta habló solo del Consejo de Rectores, y nos interesa hacer mucho ese punto. Entre usted y yo, creo que salvamos a este gobierno de haber tenido al mundo riéndose a carcajadas si hacía gratuitas las universidades privadas, y no tres estatales porque no habían calificado bien. ¡Cómo el Estado va a castigar por su propia negligencia a estudiantes que van a sus universidades! Eso no lo entiende nadie.

-¿Le preocupa que la gratuidad pierda interés político, que llegue hasta aquí, al perder prioridad para los chilenos?
-La gratuidad universal es imposible, porque no veo cómo se pueda obligar a los privados, que están en su derecho de cobrar otros aranceles. Pero tiene que ser universal para todas las estatales y dar las mismas ventajas a las que quieran llegar a acuerdos con el Estado.

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