Reforma de la Educación Superior
Noviembre 13, 2008

Portada6.JPG Con ocasión del lanzamiento del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales se presentó en estos días el libro Reforma de la Educación Superior, publicado conjuntamente por dicho Centro y el Programa Anillo de Ciencias Sociales en políticas de Educación, bajo el sello Ediciones Diego Portales.

El libro fue editado por José Joaquín Brunner y Carlos Peña. (Ver el Índice más abajo).

Presentación de los editores

Hay pocas instituciones sociales a las que se atribuyan mayores virtudes que a las de educación superior y, en especial, a las universidades. Se las considera entre las instituciones más antiguas de la cultura occidental (por supuesto más viejas que el estado moderno) y suele verse en ellas el lugar donde cada época atesora y divulga el saber de su tiempo (el lugar por excelencia de la alta cultura profana). Esos rasgos –antigüedad y sabiduría- justifican las múltiples funciones sociales que se les atribuye hasta hoy: formar el capital humano avanzado, desarrollar el conocimiento y la erudición, hacer más vigorosa la cultura deliberativa que es propia de la democracia, contribuir a la cohesión social, servir de canal meritocrático para los grupos ascendentes, formar las élites profesionales y políticas.

Por supuesto, si juzgáramos a las instituciones de educación superior por la medida en que satisfacen esas aspiraciones, pocas quedarían en pie. Para la mayor parte, esas imágenes no son descripciones fidedignas de su quehacer, sino recursos de legitimación de su existencia o simples expectativas.

Esas ideas que forman parte de la cultura de las instituciones de educación superior –la autoconciencia de una parte de sus miembros como mandarines de la cultura nacional- es la que hace tan difícil discutir las políticas públicas en esta área. Cuando se las quiere reformar, las universidades erigen ese ideal como si fuera un retrato de lo que ellas son ¿Y quién querría modificar o cambiar tan excelsas instituciones? En cambio, cuando los grupos que las integran abogan por mayores recursos, esgrimen esos ideales como proyectos aspiracionales ¿Acaso la sociedad no desea contar con instituciones de tamañas virtudes?

Pero no son sólo esas peculiaridades conceptuales las que hacen tan difícil el trato con las instituciones de educación superior.

Ocurre además que las universidades –las más gravitantes de las instituciones que integran la educación superior- son, tal como las conocemos hoy, una institución estrictamente moderna que nació al amparo de los procesos emancipatorios de los estados nacionales y provista de los ideales del saber totalizador. Y si bien estas instituciones forman parte de la expansión de eso que en la literatura se conoce como capitalismo, en los hechos sus miembros siempre aspiraron a mantenerse lejos de los avatares del trabajo y del capital. El resultado es que la cultura académica de las grandes universidades suele estar atada a los proyectos estatales y mantiene distancias muy severas con las conductas orientadas al mercado.

Y todo lo anterior ocurre justamente en momentos en los que la dinámica de expansión capitalista empuja a las universidades hacia la conducta de mercado, fragmenta el saber y debilita los estados nacionales. Es decir, deteriora los supuestos sobre los que reposa la autoconciencia de la universidad moderna.

¿Cómo evaluar estas transformaciones y desasosiegos de las universidades contemporáneas?

La primera parte de este volumen aporta antecedentes conceptuales e históricos que permiten comprender mejor algunos de esos aspectos del sistema de educación superior.

Carlos Peña examina las ideas subyacentes a la universidad moderna y la manera en que ellas son desafiadas por la actual situación de “capitalismo académico”. A partir de la clásica afirmación kantiana (la universidad es el lugar donde se atesora el saber disponible y, al mismo tiempo, se interrogan la condiciones de su posibilidad) el trabajo analiza el modelo napoléonico y el humboltiano de universidad y la manera en que los rasgos de ellos que aún persisten, son puestos en cuestión por la búsqueda de rentas y la conducta orientada al mercado de muchos de sus miembros. Andrés Bernasconi, por su parte, analiza el modelo latinoamericano de universidades, una de las tantas variaciones ideológicas de la moderna universidad europea del siglo XIX. Los elementos esenciales de ese modelo fueron la autonomía con respecto al control estatal, un compromiso político institucionalizado, gobierno interno democrático, gratuidad de los estudios, formación profesional como función central, y enseñanza basada en profesores de tiempo parcial reclutados de entre los miembros más distinguidos de las profesiones. La consolidación de las universidades privadas en la segunda mitad del siglo pasado -que en su mayoría no respondieron a dicho patrón- habría restringido la influencia de ese modelo, hoy en crisis, al sector público de la educación superior. En fin, cierra esta primera parte un trabajo de José Joaquín Brunner. Un sistema de educación superior que se ve asimismo enfocado a objetivos nacionales –como lo fueron algunos de la región- suelen encontrar dificultades a la hora de una mayor homogeneidad curricular como la que demanda un sistema orientado, ante todo, al conocimiento. Si además, como ha ocurrido históricamente en Chile, ese sistema se encuentra conducido por intereses corporativos e institucionales, la dificultad es todavía mayor. Ahora bien, sobre esa base Brunner indaga acerca de las posibilidades actuales de los sistemas latinoamericanos de transitar hacia una mayor uniformidad curricular, que favorezca el intercambio académico y la movilidad estudiantil en un espacio común del conocimiento, como ocurre en el ámbito europeo bajo la inspiración de la Declaración de Bolonia

Pero una vez que se dilucidan –como lo hace la primera parte de este libro- esos aspectos generales, subsisten las cuestiones más específicas directamente relacionadas con las políticas reguladoras de la educación superior.

Analizar estas cuestiones más específicas es especialmente urgente en Chile.

Nuestro país está hoy transitando desde un sistema de educación superior de minorías, con instituciones de fisonomía relativamente uniforme y financiado con rentas generales, a un sistema de masas, extremadamente diverso en sus rasgos institucionales y financiado de manera predominante con aranceles y otros recursos privados. Si bien la índole mixta del sistema no es ninguna novedad (hacia 1981 de las ocho universidades que entonces existían, seis de ellas eran privadas) sí lo es el alto grado de financiamiento y de matrícula privada. Hoy día del equivalente al 2 por ciento del producto que nuestro país gasta en educación superior un ¡1,7 por ciento es privado! Y del total de la matrícula del sistema, más de un setenta por ciento está inscrito en alguna institución igualmente privada.

Esa realidad –que el Informe del Consejo Asesor Presidencial de Educación Superior, cuyo resumen se incluye hacia el final del volumen, constató de manera reiterada- plantea varios problemas cuyo análisis habrá de tenerse en consideración a la hora de diseñar políticas regulatorias hacia el sector.

La segunda parte del volumen aborda estas cuestiones desde varias perspectivas.

Carlos Williamson analiza el tema clave del financiamiento de los estudiantes en un sistema donde todos asumen el costo de la adquisición de capital humano y propone revisar la estrategia seguida hasta el presente para organizar las ayudas estudiantiles (créditos y becas). Aboga por un sistema de financiamiento a la demanda simple, focalizado en los estudiantes de sectores desventajados, que considere el mérito, neutro a las instituciones, en principio financiado con rentas futuras y con pago contingente al ingreso y corregido, en algunos casos, con un sistema de subsidios. En consonancia con lo anterior, Oscar Espinoza y Luis Eduardo González constatan –echando mano a las bases de datos Casen de los años 1990, 1996 y 2003- exhiben una amplia evidencia a favor de políticas que contribuyan a remover las barreras de entrada al sistema. Ellos muestran que a pesar del incremento en el acceso que se ha producido en el período, sigue habiendo diferencias muy relevantes en función del ingreso familiar autónomo.

Por su lado, Carlos Cáceres –sobre la base de las propuestas del Informe del Consejo Asesor Presidencial- estudia el financiamiento de las instituciones y plantea propuestas específicas para mejorar los instrumentos empleados con este fin. Cáceres sugiere que es imprescindible discutir el tema del financiamiento a la instituciones sobre la base de una agenda pública que fije las prioridades y las expectativas respecto del conjunto del sistema; estimule las redes institucionales y la articulación de los programas; relacione a la educación superior con los otros niveles del sistema educativo; y estimule la pertinencia y la calidad de los programas.

Hoy, sin embargo, se ha vuelto imperativo ir más allá de las cuestiones atingentes al financiamiento de la demanda (los estudiantes) y la oferta (las instituciones), para ocuparse de las funciones más complejas de las universidades, particularmente aquellas que la definen como el ‘hogar de las ciencias’. Así, Jorge Allende aborda el estado actual de desarrollo de las ciencias básicas en Chile y sugiere medidas para fortalecerlas mediante la definición de áreas prioritarias y el incremento de los recursos destinados a la investigación científica v tecnológica. Enseguida, José Miguel Benavente analiza el ámbito de la innovación y su financiamiento, y fundamenta por qué las actividades innovativas requieren una activa participación pública tanto en la organización de los mercados pertinentes como también en la financiación de estas actividades. Por último, Rosa Devés y Teresa Marshall proporcionan antecedentes sobre la evolución de los estudios de posgrado (doctorado y maestría) en Chile y proponen acciones para alcanzar un sistema de posgrado de excelencia, que pueda contribuir al desarrollo de la ciencia y la innovación en un momento que el países aspira a integrarse a un orden global cuyo modo de producción se basa crecientemente en la explotación del conocimiento.

A continuación, Emilio Rodríguez aborda el segundo aspecto que –junto al financiamiento y el apoyo a los estudiantes, las instituciones y sus funciones más complejas– resulta crucial para la regulación de la educación superior en el mundo contemporáneo. Cual es, el del control de calidad de las actividades, particularmente la enseñanza, y la gestión institucionales. Describe el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad que opera en Chile, el rol que cumple la información para dar transparencia al mercado y los resultados obtenidos hasta ahora en esta materia. El trabajo de Rodríguez permite identificar las mejoras que están todavía pendientes en esa materia.

Concluye la segunda parte del volumen con un artículo de José Joaquín Brunner en el cual se examina –con base en indicadores comparativos– cuán satisfactorio o no ha de juzgarse el desempeño del sistema de educación superior chileno con respecto a otros sistemas de educación superior, tanto de los países desarrollados agrupados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) como de los países en vías de desarrollo que forman parte del Programa Mundial de Indicadores de la UNESCO.

La tercera parte se hace cargo de la necesidad de observar con atención la diversidad del sistema y sus posibilidades de futuro.

El sistema de educación superior tiene varias particularidades que han sido ampliamente descritas en la literatura. Una de ellas es que las instituciones que lo conforman son portadoras de intereses y de identidades que forman parte de un campo que la política pública, si quiere tener éxito, habrá de tener en cuenta. Una buena política pública junto con definir lo que es socialmente deseable, habrá entonces de definir también bajo qué condiciones es posible obtenerlo. Ello exige tener en consideración el punto de vista razonado de los actores que, en el campo de la educación superior, son sujetos particularmente reflexivos.

Nuestro país cuenta hoy con 205 instituciones de educación superior que, en su conjunto, configuran un sistema extremadamente heterogéneo. Si bien esta diversidad debe considerarse, en principio, valiosa, es imprescindible examinarla de cerca a la hora de evaluar si se encuentra bien alineada o no, desde el punto de vista estratégico, con objetivos de bienestar social.

A aportar antecedentes sobre este aspecto del sistema se dedica la tercera parte de este volumen.

Juan Manuel Zolezzi se da a la tarea de examinar la situación actual y las posibilidades futuras de las universidades estatales. Por razones de diversa índole –desde el tinte napoleónico que poseyó el sistema en sus orígenes, hasta una cierta visión que atribuye al estado la tarea de asegurar la vigencia de ciertos valores públicos en el sistema- se ha sostenido que las universidades estatales requieren, en un sistema bien diseñado, un trato preferente de parte del estado. En su trabajo, Juan Manuel Zolezzi allega antecedentes históricos y conceptuales a favor de ese punto de vista y delibera acerca de las condiciones que habrían de cumplirse para que ese trato preferente satisfaga criterios generales de eficiencia.

Enrique Fernández, por su parte, examina el otro extremo institucional: las universidades privadas creadas con posterioridad a 1981. Su trabajo intenta poner algo de orden conceptual en la heterogeneidad del sector y advertir las líneas previsibles de su desarrollo futuro. Fernández pone de manifiesto el simplismo que significa hablar, sin más, de universidades privadas y en cambio pone de manifiesto las diferencias, a veces radicales, que en ellas es posible constatar. Igualmente, y en consonancia con las previsiones de la literatura, prevé que la mayor complejidad del sistema conducirá a una extrema diferenciación.

Fernando Montes, a su turno, examina las posibilidades y el futuro de las universidades católicas. Las universidades católicas se encuentran muy arraigadas en el sistema universitario chileno (la irrupción de la más antigua de ellas fue clave en la peculiar secularización del estado en Chile) y, sin duda, constituyen una parte casi inescindible de la cultura nacional. Sin embargo, al igual como ocurre con el resto de las universidades privadas, el sello de este tipo de instituciones es su extrema diversidad. Es probable –como lo sugiere el trabajo de Montes- que a la hora de una política en esta área los intereses de estas instituciones, a pesar de su común orientación católica, no sean siempre convergentes.

Lo que ocurre con las universidades católicas respecto del conjunto de las universidades privadas, ocurre también con las universidades regionales respecto de la totalidad del sistema. Analizar su situación es lo que se propone el trabajo de Juan Pablo Prieto y Marcelo Noel López. Estas instituciones –algunas privadas muy antiguas, otras estatales derivadas de las que existían antes de 1981- poseen problemas peculiares que se derivan de su pretensión originaria: vincularse con la identidad de las regiones de las que forman parte. Esta característica las enfrenta a desafíos particulares: un mercado restringido en un entorno donde las economías de escala importan, una identidad local en medio de un sistema históricamente orientado a la nación, una obtención competitiva de recursos en un país con importantes asimetrías en sus niveles de desarrollo.

Marcelo von Chrismar se ocupa de uno de los aspectos del sistema que, en todos los análisis, suele dejarse de lado; pero que es clave en una política de educación superior con sentido estratégico: las instituciones de formación vocacional. Como explica Von Chrismar, una cosa es la educación superior orientada disciplinariamente; otra cosa la educación superior centrada en destrezas y competencias laborales. Se trata entonces de dos ámbitos distintos de la educación superior y no, como suele creerse, de un ámbito de menor valor frente a otro. Ese principio –la diversa índole de la educación técnico profesional- debiera, sugiere el autor, orientar múltiples aspectos de la política de educación superior en el área, desde los criterios de acreditación y calidad, la confección de rankings públicos y las políticas de financiamiento.

En fin, cierra esta tercera parte del volumen el trabajo de Pedro Rosso relativo a universidades de investigación. Si bien el ideal normativo asociado a este tipo de universidades –el humboldtiano- posee un alto prestigio, al extremo que se le llega a asociar con la esencia misma de este tipo de instituciones, la verdad, como principia constatando el trabajo de Rosso, es que las universidades de investigación suelen ser una minoría en todos los sistemas de educación superior. Identificar a esa minoría, sin confundirla con la totalidad del sistema, y apoyarla suficientemente –con una intensidad que esté la altura de las expectativas que ciframos en ella- es imprescindible si nuestro país quiere insertarse en eso que se ha llamado sociedad del conocimiento.

El volumen se completa con dos documentos públicos de interés. Una parte del Informe de la Comisión de Estudio sobre Educación Superior (1990) y el resumen del Informe del Consejo Asesor Presidencial para la Educación Superior (2008).

El examen de esos textos permite apreciar el debate sobre estos temas en el largo lapso de casi dos décadas.

Lo que salta a la vista al analizarlos es, desde luego, una obvia convergencia en sus análisis. Las bases del sistema –provisión mixta, diversidad del sistema, distinción entre el financiamiento a la oferta y a la demanda, asignación de recursos en base a desempeño, etcétera- deben estimarse por eso prácticamente consolidadas.

Haciendo pie en esa convergencia, los debates que vienen acerca de la educación superior chilena en vez de adoptar un enfoque holístico (que considera cuánto se adecua el diseño global del sistema a ciertos ideales generales) debiera inclinarse por uno más analítico (en el que se examinen problemas específicos e instrumentos de política). Es probable que la diversidad del sistema y la pluralidad a que ha llegado la sociedad chilena impidan alcanzar (como ocurrió en el XIX) una convergencia en punto a cómo han de ser las instituciones universitarias y es probable también que el alto grado de privatismo que hoy día presenta impida, o haga poco eficiente, un manejo centralizado o napoleónico del conjunto. Nada de eso debiera impedir, sin embargo, que se alcance un consenso traslapado en torno a problemas específicos e instrumentos de política.

A lo anterior quiere contribuir este libro que, como se ve, reúne trabajos escritos especialmente para este volumen, por personas que han hecho del quehacer universitario y de la reflexión acerca de él, el asunto más importante de su trabajo intelectual.

El volumen se publica bajo los auspicios del Programa de Investigación en Políticas de Educación Superior (SOC-01) del II Concurso de Anillos de Investigación en Ciencias Sociales de CONICYT en que, junto a la Universidad Diego Portales, participan la Universidad de Talca, la Universidad Andrés Bello y la Universidad Alberto Hurtado. Este programa de investigación que reúne a universidades distintas entre sí es una muestra práctica de aquello a lo que quiere contribuir este volumen: la convergencia en torno a problemas e instrumentos. También ha contribuido con sus auspicios la Cátedra UNESCO de Políticas Comparadas de Educación Superior que tiene su sede en la Universidad Diego Portales y se encuentra bajo la dirección del Profesor José Joaquín Brunner.

Esperamos que este volumen –que se suma a otro de la misma serie sobre el sistema escolar1- pueda contribuir a un debate ilustrado sobre los problemas y desafíos que tiene por delante la educación superior chilena.

Santiago, Agosto de 2008.

1 Brunner y Peña (coords.) La reforma al sistema escolar. Aportes para el debate. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2007.

Indice

Autores

Presentación
José Joaquín Brunner y Carlos Peña González

Modelos
¿Obsolescencia de la universidad moderna? Del conflictode las facultades al capitalismo académico
Carlos Peña González

La crisis del modelo latinoamericano de la universidad
Andrés Bernasconi

La educación superior latinoamericana a la luz de Bolonia
José Joaquín Brunner

Regulaciones
El financiamiento a los estudiantes
Carlos Williamson

Equidad y acceso a la educación superior en Chile (1990-2003)
Óscar Espinoza Díaz y Luis Eduardo González

El financiamiento de las instituciones de educación superior
Carlos Cáceres Sandoval

Las ciencias básicas y su financiamiento
Jorge E. Allende

Financiamiento de la innovación
José Miguel Benavente H.

El desarrollo del postgrado
Rosa Devés y María Teresa Marshall

Información y aseguramiento de la calidad de la educación superior
Emilio Rodríguez Ponce

Desempeño del sistema chileno en perspectiva internacional comparada
José Joaquín Brunner

Perspectivas
El futuro de las universidades estatales
Juan Manuel Zolezzi y Danae de los Ríos

Perspectivas de futuro de las universidades privadasfundadas con posterioridad a 1980
Enrique Fernández Darraz

El futuro de las universidades católicas
Fernando Montes M.

Universidades regionales: algunos desafíos paralas instituciones y las políticas públicas
Juan Pablo Prieto Cox y Marcelo Noël López

El futuro de las instituciones técnico profesionales
Marcelo von Chrismar W.

El futuro de las universidades de investigación en Chile
Pedro Pablo Rosso

Autores

Anexos
Una política para el desarrollo de la educaciónsuperior en la década de los noventa
Informe de la Comisión de Estudio de la Educación Superior 1990

Los desafíos de la educación superior chilenaInforme del Consejo Asesor Presidencial para la Educación Superior 2008

0 Comments

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

PUBLICACIONES

Libros

Capítulos de libros

Artículos académicos

Columnas de opinión

Comentarios críticos

Entrevistas

Presentaciones y cursos

Actividades

Documentos de interés

Google académico

DESTACADOS DE PORTADA

Artículos relacionados

Share This